Los equipos que accedieron a las semis fueron Brasil, Perú, Colombia y la Celeste, con uno de los hechos más llamativos de la historia: como Brasil y Perú ganaron un partido cada uno con los mismos goles a favor y en contra, se realizó un sorteo para determinar al finalista, que terminaron siendo los incaicos bajo un manto de sospechas, ya que la bolilla fue sacada por la hoja de Teófilo Salinas, presidente de CONMEBOL y nacido en Perú. Ecuador ’93 rompió los moldes, ya que por primera vez la disputaron 12 selecciones: las 10 de CONMEBOL y dos invitados de CONCACAF, México y Estados Unidos. Otra vez con Estados Unidos y México como invitados, la edición de 1995 pasó a disputarse en Uruguay con el mismo formato que la anterior. Fue la edición con mayor número de participantes (16) por lo que el formato se modificó a cuatro zonas de cuatro equipos de las que se clasificaron los dos mejores de cada zona para conformar las llaves de eliminación directa, desde cuartos en adelante.
Allí, se implementó el formato actual: tres grupos de cuatro, desde donde clasificaban el primero, el segundo y los dos mejores terceros. Segundo éxito de Argentina, esta vez en su casa, con el estreno del Monumental como sede y un título indiscutible al ganar los cinco partidos que disputó, con 17 goles a favor y solo tres en contra, en el equipo que tenía a Pedernera, Labruna, Loustau, Tucho Méndez y más. Jugado en La Paz y Cochabamba, el combinado local aprovechó la ausencia de Chile (por conflictos políticos), de Uruguay (por la elección de La Paz como sede) y que tanto Argentina como Brasil enviaron equipos alternativos, también disconformes con la sede a 3600 metros de altura, para ganar cinco de sus seis partidos y celebrar por primera y última vez. La elección no es casual. Los otros participantes fueron Brasil, Uruguay, Chile, Paraguay y Bolivia. La edición número 23 llegó por primera vez a Bolivia y con ello el único título en la historia de la Verde. El hecho sin precedentes de la edición disputada en suelo peruano fue la ausencia por primera vez de la Selección argentina, que nunca se había ausentado, por motivos económicos. El propietario de la camiseta de Maradona era Steve Hodge, jugador de la selección inglesa que sufrió en sus carnes al ‘barrilete cósmico’ en el partido de cuartos de final del Mundial, después de que el argentino se la entregara al concluir partido.
El libro recuerda la terrible lesión provocada por una entrada asesina del defensa del Athletic Goikoetxea y en una frase destacada, Maradona defiende los conceptos futbolísticos de Menotti: “Con Menotti al timón ganamos una copa del Rey y una copa de La Liga, los dos torneos principales en el fútbol español. Frase que explica la esencia del perdón o de la comprensión generalizada en Argentina por las caídas del astro argentino en sus épocas de descontrol. Un volumen de 46×60 centímetros, con más de 250 páginas y casi trescientas fotos de Maradona, que repasan su vida, desde que era pequeño y jugaba en los campos embarrados de Villa Fiorito, el barrio de chabolas a las afueras de Buenos Aires donde nació y se crio, hasta que tocó el cielo, al ganar la Copa del Mundo (1986) y en su gesta con el Nápoles, cuya afición le venera como si fuera un dios. Así, la copa se jugó con nueve equipos de CONMEBOL, Costa Rica en lugar de Canadá y Honduras en lugar de la Albiceleste. Y lo hizo con un fútbol de alto vuelo y con un equipo repleto de figuras mundiales, muchas de las cuales venían de ser campeonas en 1994. Ronaldo, Romário, Leonardo, Dunga, Roberto Carlos, Edmundo y Djalminha, por solo nombrar algunos, condujeron a la Canarinha a su 5° título, con varias goleadas, entre ellas un 5-0 a Costa Rica (invitado de la CONCACAF en lugar de EEUU) en la fase de grupos y un 7-0 sobre Perú en semifinales.
Diferencias con la Confederación Brasileña y la famosa huelga de jugadores por la que Distéfano se fue al fútbol colombiano antes de pasar a Real Madrid provocaron que el tricampeoón Argentina no participe de esta competencia en Brasil, que se consagró campeón luego de derrotar 7-0 en la final a Paraguay, que le había ganado unos días antes para forzar este desempate. El diálogo entre estos dos mitos del fútbol ya no es posible y por eso el volumen cuenta con un sentido y emocionado texto de despedida de O Rei, que reconoce sus virtudes futbolísticas: “Eras un genio que maravillaba al mundo. A la postre, Argentina se proclamó campeona del mundo. En el primero de los dos torneos jugados ese mismo año, el campeón del mundo vigente llegaba con O Rei junto a Zagallo, Didí, Nilton Santos y Vavá, pero el empate ante Argentina en la última fecha jugada en el Monumental le daría el título a los dueños de casa, que tenían al Loco Corbatta como único sobreviviente del fracaso en Suecia. Con cuatro victorias, entre ellas el 2-1 en la última fecha ante Uruguay, Perú se consagró campeón por primera vez.